Rags Martin-Jones y el Pr-nce of W-les (1926), F.S. Fitzgerald

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( Rags Martin-Jones and the Pr-nce of W-les )

relato aparecido en la revista McCall’s (julio 1926)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 1 – pp. 571 a 601)

Rags Martin-Jones es la única descendiente de la fortuna de los Martin-Jones, lamentablemente fallecidos junto al Titanic. Después de cinco años dando vueltas por el mundo satisfaciendo todos sus caprichos llega en buque a Nueva York con un séquito que parecen los ballets rusos de Diaghilev.

En el muelle la está esperando su enamorado John M. Chestnut al que ella misma ha convocado para que la espere, pero al que trata como a un trapo. John que la conoció con dieciséis años y quedó seducido desde entonces, ha mantenido su amor en conserva durante un lustro y no está dispuesto a claudicar tan fácilmente. Hace lo imposible para hacerse notar y quedar con ella más tarde en el hotel.

John sabe que Rags es una chica que ya ha corrido mucho y no se impresiona con nada, así que deberá esforzarse al máximo para lograr su atención: le propone una salida nocturna en la que estará presente el Principe de Gales, de incógnito es ese momento en Nueva York. Es cierto que eso sí que logra impresionarla. Así que salen de fiesta… donde sucederán aventuras para el gusto del público lector (*).

(*) en este caso no cuento el final porque tiene cierto suspense que debe mantenerse para lograr el efecto buscado por el autor.

nota:
foto de la portada: la actriz Lili Damita (Francia 1904-1994 Florida, USA)

Domingo loco (1932), F. Scott Fitzgerald

» Domingo loco »

( Crazy Sunday )

relato aparecido en la revista American Mercury (oct. 1932)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 2 – pp. 605 a 637)

Scott Fitzgerald fue llamado por primera vez en 1931 para ir Hollywood. Fue la MGM y para escribir el guion de una cinta que se llamaría «La pelirroja». No se rodó. Por lo que se sintió decepcionado y presto a hablar mal de su experiencia, ya que todavía era alguien importante y podía ser desdeñoso. Años más tarde, lo volvieron a llamar con idéntico mal resultado: casi no se aprovechó nada de lo que escribió, pero su situación era radicalmente distinta y peor.

Este primer contacto duró varios meses y pudo conocer al productor Irving Thalberg (fallecido el 1936) que le sirvió de puntal para su libro «El último magnate«. La segunda ocasión duró tres años, hasta que falleció.

Este cuento, y es importante tenerlo en cuenta, pertenece a la primera impresión de ese «loco mundo de Hollywood».

Los domingos en Hollywood. Todo el mundo descansa aparentemente. El punto de vista es el de un guionista: Joel Coles, 28 años, todavía naíf en el ambiente. Está bien considerado y trabaja sin descanso en escenas y secuencias con la esperanza de triunfar en el medio.

Lo invitan a una fiesta dominguera hollywoodiense de alto nivel. Joel se propone no beber para no hacer o decir inconveniencias. El ambiente es bastante falso y propenso a las intrigas y cotilleos. Por casualidad la anfitriona le presta atención, más que nada para compensar las desatenciones de su marido. Joel se siente halagado, pero también se sabe una pieza en el tablero.

La historia transcurre en un tira y afloja de relaciones fingidas, de comportamientos de escaparate, de emociones sobreactuadas, de hipocresía, etc. que hace de las personas convertidas en personajes vayan de aquí para allá como si fueran resortes descontrolados.

Al final, Fitzgerald nos ofrece una conclusión de compromiso que está de acuerdo con ese tono general de opereta cinematográfica, como si lo que interpretarán los personajes, se lo creyeran. Como si la película fuera verdad, aunque no es más que una farsa de teléfonos blancos y vestidos de satén propia de su época.

(*) fotograma de la película «Cena a las ocho» (Dinner at Eight, 1933) de George Cukor .

A Life in Letters – F. Scott Fitzgerald, ed. M.J. Bruccoli

«A Life in Letters – F. Scott Fitzgerald»

A New Collection Edited and Annoted by
Mathew J. Brucoli

Charles Scribner’s Sons, New York 1994, 503 pp.

Generalmente me lamento de que los libros no estén traducidos al castellano, pero generalmente ni siquiera esa ventaja para el lector hispano es de gran ayuda. Tengo este libro traducido (no de una forma completa), y podría ser válido, si no fuera por un ejemplo que contaré y que es solo la punta del iceberg,

Es evidente para cualquier estudioso de F. Scott Fitzgerald (aunque todavía no lo he oído mencionar) que el escritor de Minnesota era disléxico (ya le dedicaré una entrada al tema). Hay abundantes muestras de ello, pero ahora me centraré solo en un detalle.

Hay una carta muy significativa (porque es la única que hay en la recopilación) que Scott le escribe a su madre en junio de 1930. Podemos leer en español

» A Mollie McQueen Fitzgerald «

yo pensaba que la dislexia o disgrafía de Scott era realmente grave si no sabe ni escribir cómo se apellida su madre

Mollie McQuillan Fitzgerald

pero no era un error de Scott, sino de la traducción española. Me parece imperdonable. No puedo ni imaginar cuántos más errores pueden encontrarse.

En definitiva: si te gusta un autor debes de leerlo en su idioma.