Subasta: Modelo 1934, Zelda Fitzgerald

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( Auction – Model 1934 )  julio 1934

F. Scott y Zelda Fitzgerald *

(todos los textos firmados por los dos, están escritos por Zelda y revisados por Scott, pero la autora es Zelda. Era una exigencia del mercado editorial que también figurara Scott)

artículo – total 9 pp.

Los Fitzgerald nunca han tenido, ni tuvieron una casa propia. Siempre han estado de alquiler. Formaba parte de la personalidad de Scott no arraigarse en ningún lugar, pero Zelda había nacido y crecido en una misma casa y esa casa daba espacio en su memoria a asociarla con sentimientos agradables de permanencia. De ese sentimiento nace este artículo de reminiscencias autobiográficas.

Hay como una mudanza. Algo que ocurre siempre y supone embalar y desembalar, roturas y pérdidas de objetos, desprenderse de cosas, situar otras en guardamuebles infinitos. Todo lo hemos puesto en cajas y ha medida que las vamos abriendo en un nuevo traslado descubrimos mil y un detalles olvidados y que conforman nuestra propia existencia, con piezas de valor y propósito y otras desechables.

Pasamos de una caja a otra. De un lote a otro. Hay que decidir qué cosas guardar y cuales tirar o vender. Seguramente nadie las querrá porque todo está deteriorado o viejo. Estamos en 1934 y no puede decirse que los recuerdos de Zelda la lleven a ningún lado del paraíso.

«La casa está puesta y es cómoda. Tenemos cinco fonógrafos, incluyendo el de bolsillo, ninguna radio, once camas y ningún escritorio. Nos lo quedaremos todo: los restos tangibles de cuatrocientos mil dólares ganados a base de duras palabras y gastados con prodigalidad durante estos quince años. Y el conjunto, después de todo, vale tanto como las acciones polacas y peruanas de nuestros amigos más ahorradores (*)»

(*) aquí se refiere a que ellos se lo han gastado, pero otros lo han perdido con el crash del 29

Vida nueva (1931), F.S. Fitzgerald

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( A New Leaf ) 

aparecido en la revista Saturday Evening Post (4 julio 1931)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 2 – pp.471 a 495)

El Saturday Evening Post que era el que le publicó más relatos a Scott durante su vida, le recomendó que no fuera demasiado deprimente porque el público después de Crack del 29 necesitaba evadirse. Además era el número del 4 de julio. Supongo que el escritor pasó de recomendaciones.

París, un agradable día de otoño. Dos americanos de paso: Julia y su admirador Phil están sentados en una terraza cuando ven a Dick, un hombre que enseguida causa la fascinación de Julia porque es muy guapo y de maneras distinguidas. Phil que lo conoce, le advierte de la malísima reputación de Dick como borrracho y broncas, pero como suele ocurrir ello solo aumenta la curiosidad de la chica. Phil se se obligado a presentarlos.

Dick y Julia se van viendo. En unas ocasiones más afortunadas que otras. De la total seducción a la presentación más indecorosa. Julia tiene grandes dudas, pero Dick le promete que se reformará: incluso tiene la fecha. Ella le promete que si sigue sobrio se casará con él. Antes Julia debe marcharse una pequeña temporada, que servirá incluso como señal de que puede quedarse solo.

Cuando vuelve Julia, el propio Dick le cuenta que ha tenido una aventura con otra chica. Sin querer, sin poder evitarlo. Hay que entender que lo que hace Dick es irse apoyando moralmente en cualquier chica que le rinda admiración y comprensión, más que buscar aventuras sentimentales o sexuales. Julia se da cuenta de que a Dick tanto le da una mujer que otra. Que ella no es especial. Que solo necesita alguien a su lado que lo apoye. Julia necesita replantearse las cosas. Mientras Dick alega un viaje a Londres.

Al cabo de cierto tiempo Julia se encuentra de nuevo junto a Phil, ahora ya son novios comprometidos. Dick desapareció del barco a Londres y está muerto. Julia le comenta a su prometido que está segura que Dick al final se reformó y dejó de beber. Phil prefiere no contarle que Dick nunca superó sus adiciones y que seguía bebiendo al caer o suicidarse desde el barco.

«(Dick) descubrí que con unas copas me volvía más expansivo, me convertía en alguien que tenía la habilidad de gustarle a la gente, y la idea me trastornó. Entonces empecé a beber mucho para animarme y que todo el mundo pensara que yo era maravilloso. Me emborrachaba continuamente y me peleé con casi todos mis amigos…»

El palacio de hielo (1920), F.S. Fitzgerald

«El palacio de hielo»

(The Ice Palace)

aparecido en la revista Saturday Evening Post (22 mayo 1920)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 1 – pp.119 a 162 )

 

Sally Carroll es una chica sureña encariñada con su ambiente pero que se ha enamorado de un chico del Norte,  Harry, un yanqui que estuvo de paso. Ella piensa seguirlo y casarse. Tiene sus dudas; por un lado la abulia del Sur la impulsa a desear actividad, pero por otro no está segura si se adaptará al Norte.

Sally viaja hacia su destino, estamos en invierno y hace mucho frío, pero Harry está ilusionado en mostrarle el Carnaval de Invierno con su Castillo de Hielo. A Sally todo lo que va viendo desde el tren le produce desolación. Después el contacto con las personas y el entorno familiar de Harry también es áspero y poco cordial. Ella intenta pensar que es una sensación pasajera y que se acostumbrará, pero las decepciones acerca de todo son constantes y en Harry no encuentra el apoyo que necesita.

Finalmente es llevada a la feria donde la atracción principal es un gran palacio de hielo que puede recorrerse por dentro. A pesar de la espectacularidad de la construcción Sally no está en su medio y además se pierde dentro, debido en parte a la insuficiente atención de su novio.

Sally no necesita más, vuelve corriendo al Sur.

Este cuento ejemplifica un tema que en ciertas épocas en Estados Unidos ha tenido su espacio: las diferencias entre el Norte y el Sur.