» A este lado del paraíso »
( This side of Paradise) 1920
Francis Scott Fitzgerald
Alianza bolsillo 2009, 302 pp.
No puedo comprender cómo sintiendo la simpatía que tengo por Scott Fitzgerald no logro que me guste ninguna de sus ficciones. Incluso con «El gran Gatsby». Si bien, cuando escribe artículos o comentarios basados en sus propias experiencias sucede lo contrario.
Puedo entender que Fitzgerald diera voz, no tanto a una generación, como a ciertas inquietudes de los jóvenes de su época. A un sector de jóvenes muy minoritario: ricos y guapos. En cualquier caso, un espejo donde todos querrían mirarse. Pero también malogrados y desaprovechados por culpa de un ensimismamiento tonto, de una debilidad de carácter que se traduce en alcoholismo y en un teniéndolo todo de entrada, acabar siendo un fracaso.
Leído hoy, el libro es bastante irritante: tiene mucho de romanticismo bobo, de juventud demasiado consentida, de estudiantes privilegiados de Princeton que dilapidan sus posibilidades en la auto contemplación de sus propias posibilidades.
Esta novela pertenece al género «de aprendizaje» o bildungsroman. Nos habla de un personaje llamado Amory Blaine, (asombrosamente parecido al propio Francis) nacido en 1896 (el mismo año que el autor). La madre es un ser etéreo y el padre fantasmal en una inexistencia acomodada. Tienen un niño Amory destinado a ser alguien especial y privilegiado, por el mero hecho de ser agraciado, simpático y no tener problemas económicos. De momento. Más adelante, cuando sus padres falten se encontrará sin recursos.
Amory se ve a sí mismo solo, pero ante una fabulosa amplia gama de perspectivas consoladoras. Diseña su futuro a través de una elegante escuela y luego en Princeton. Dónde sabe Dios qué estudia, porque nunca lo dice. La cuestión es hacer versos cual nuevo Byron, amistades que para eso se va a Princeton y volar de flor en flor femenina para desahogar tanto romanticismo mal entendido.
Pronto nos damos cuenta que la juventud de Amory coincide con la Guerra del 14, aunque él solo la menciona de pasada. Luego parece que participa, pero es muy vago en detalles. No estamos seguros de ello. Todo apuntaba a que la guerra lo cambiaría todo y maduraría finalmente, pero no es así. Amory sigue siendo el mismo de siempre: un chico agradable que no sabe adonde va.
El libro parece moderno porque está hecho a trozos. Aunque en realidad es la consecuencia de cambiar y cambiar su estructura y ampliarla tras rechazos y rechazos de editoriales. Lo que le acaba dando un aire de modernidad artificial. Lo peor del caso es que su publicación tuvo un éxito arrollador. Francis/Amory que ya tenían un grave problema con una cosa que Freud llama «el principio de realidad» lo perdieron por completo.
Supongo que Fitzgerald luego se pasó la vida intentando entender por qué tuvo tanto éxito y después no lo lograba. En esta primera novela se nos muestra un cierto ambiente que podía resultaba moderno y distinto. Incluso descrito de forma, quizá, innovadora, que supuso un interés momentáneo del público. Pero también, es demasiado banal, alelada y clasista.
Para mí el problema no es tanto lo que nos cuenta el autor, sino la falta de alicientes de la forma de la escritura. No hay atractivo narrativo, ni en la forma, ni el contenido. Por no decir que las poesías que se incluyen en el texto son insufribles y pedantes. O las partes escritas como obra de teatro. Muy artificial e incoherente. Es tan solo una muestra de una faceta novedosa de la realidad en un momento concreto.
Todo esto no significa que deje de leer a Fitzgerald, al contrario, estoy realmente fascinada de cómo con ese bagaje personal se puede construir una fracasada y gloriosa carrera literaria.

Nota:
A pesar de que este comentario pueda parecer negativo y quizá lo es, (hay bastantes críticos a quienes no les gusta este libro), y mientras lo leía no de dejaba de pensar en abandonarlo, pero no lo hacía y seguía, aunque no me gustaba; ha sido el extraño detonante que ha provocado la creación de este blog y la investigación sobre la obra, vida y época del matrimonio Fitzgerald.