Desde luego es una historia original, tratada de forma muy bella, con una buena fotografía. La localización en New Orleans (después del desastre) es un detalle.
Los interpretes están bien todos en general y la película transpira un aire de profunda tristeza que hizo que ya desde el principio, con la subhistoria añadida del relojero y la primera guerrra mundial, yo empezara a llorar y no dejara de hacerlo durante toda la cinta. No me había pasado nunca.
(escrito en fecha de su estreno 19-5-2009)
Sin embargo, si la comparamos con el relato de Scott Fitzgerald con completamente diferentes.
Al contrario del tono general de sus escritos, el relato de Benjamin Button (1922) no es una historia romántica, ni nostálgica, ni emotiva. Es un relato fantástico-realista bastante parecido a «La metamorfosis» de Kafka.
Por lo menos, el estreno de la película provocó el renovado lanzamiento editorial de este cuento, junto con otros.
edición de Lumen en 2008 (tapa dura) -varios relatos entre los que se incluye el de B. Button-
relato aparecido en la revista Esquire (dic. 1939)
Francis Scott Fitzgerald
(Cuentos 2 – pp. 711 a 716)
Este es un relato brevísimo de seis páginas publicado exactamente un año antes de la muerte del autor.
Estamos en la ajetreada redacción de un semanario. Orrison Brown es uno de los redactores-jefe encargado de las tareas menos agradecidas como atender a toda clase de visitantes.
Louis Trimble, un hombre elegante, pero desmejorado, de unos cuarenta años (Scott, siempre Scott) está de visita y a Orrison le suena, pero no sabe quien es. Le encargan que se ocupe de él, que lo lleve a dar una vuelta y a comer, porque hace mucho tiempo que ha estado ausente: algo más de una década.
Ya en la calle entablan un poco de conversación intrascendente. Orrison piensa que haberse perdido los diez últimos años (los de la Depresión) puede haber sido incluso afortunado. Hablan de arquitectura: el Empire se empezó a levantar en 1928, de restaurantes que estaban de moda y a los que pueden ir. Un escaparate de camisería con sus corbatas llama la atención de Trimble (las camisas siempre han fascinado a Scott/Gatsby). Orrison intenta detectar las señales de Trimble para complacerlo, pero resulta muy disperso en sus recuerdos y en lo que queda de ellos. Hasta que le señala un gran edificio —Sí, lo proyecté yo. Y le muestra la placa de bronce en la base «Construido en 1928». —Empecé a emborracharme ese año. Orrison le ofrece que entren —He entrado muchas veces, muchas. Pero no lo he visto. Le contesta Trimble.
Ahora solo quiere mirar, pasear un rato, ver cómo camina la gente. —No se preocupe, estaré en la redacción a las cuatro. Orrison cae en la cuenta que su acompañante se ha pasado los últimos diez años borracho y necesita tocar algo sólido. Aprieta su pulgar contra el granito del edificio.
Si hay una carta que pone de manifiesto las características de la desigual relación de amistad entre Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway es ésta que reproduzco. Ya que Scott nunca lo criticó o habló mal de Ernest en sus diferentes escritos. Las circunstancias fueron las que siguen:
Hemingway acababa de publicar en la revista Esquire (1) la historia corta «Las nieves del Kilimanjaro» (The Snows of Kilimanjaro, 1936) en ella reproduce un recuerdo que tiene de Scott
«Recordaba al pobre Scott, que sentía un respetuoso temor por (los ricos), y que una vez empezó a contar un cuento que decía «Los ricos son gente muy distinta. No se parecen ni a usted ni a mí». Y alguién le había dicho. «Claro. Tienen más dinero».
Scott se sintió dolido y le escribió la carta que sigue. Ernest cuando insertó el relato en una recopilación en forma de libro cambio el nombre de Scott por el de «Julian».
carta de Scott Fitzgerald a Ernest Hemingway
Asheville, Carolina del Norte
16 de julio de 1936
Querido Ernest:
Te ruego que no te metas conmigo en letra impresa. Si yo elijo escribir de profundis, ello no significa que quiera que mis amigos recen en voz alta sobre mi cadáver. Sin duda lo dices amablemente, pero me costó una noche en vela. Cuando incluyas el cuento en un libro, ¿te importaría quitar mi nombre?
Es un cuento excelente (Las nieves del Kilimanjaro) —de los mejores que has escrito—, aunque lo de pobre Scott Fitzgerald me la echó a perder.
Siempre tu amigo,
Scott
La riqueza nunca me ha fascinado, salvo cuando se combina con la grandiosidad del encanto o distinción.
***
Dear Ernest: Please lay off me in print. If I choose to write «de profundis» sometimes it doesn’t mean I want friends pray aloud over my corpse. No doubt you mean it kindly but it cost me a night’s sleep. And when you incorporate it (the story) in a book would you mind cutting my name ? It is a fine story —one of your best— even though the «Poor Scott Fitzgerald ect» rather spoiled it for me.
Ever Your Friend Scott
Riches have never fascinated me, unless combined with the gratest charm or distintion.
⊗
(1) A veces cuesta seguir el hilo de los sucesos. El relato apareció en Esquire en agosto de 1936, mientras que carta era de julio. ¿Ello supone que Esquire envió a Scott una copia para su aprobación? No sé cómo quedó al final la edición en el magazine por Esquire porque no facilitan su lectura.