«Majestad»
( Majesty )
relato aparecido en la revista The Saturday Evening Post (13 julio 1929)
Francis Scott Fitzgerald
(Cuentos 2 – pp. 113 a 146)
No puede decirse de ninguna de las maneras que Scott se inspirara en Grace Kelly y Raniero de Mónaco, porque Grace acababa de nacer y Raniero tenía seis años. Pero leer este relato nos lleva a esa otra historia y volvemos a tener la sensación de que Scott era un visionario. Los sucesos no se parecen en nada, pero se parecen en todo (—No, no se parecen. —Bueno, es cuestión de opiniones).
Emily Castleton es una rica heredera estadounidense que no está por la labor de casarse, sino de vivir su vida y experimentar cuantas emociones pueda por todo el mundo. Llega a una edad en la que se le «empieza a pasar el arroz» y su padre la apremia para que se case con alguien adecuado. Ella de momento cede, porque está algo desanimada, pero después de prepararse una boda por todo lo alto con el chico conveniente, Emily huye y los deja a todos plantados. Después de un mes reaparece en Europa.
Mientras, su sufrida prima pobre se ha casado el chico plantado en el altar, porque ya estaba enamorada y porque a él casi tanto le da una que otra y el caso era que el escándalo se tapara con un acontecimiento solapado: otra boda. Toda la trama está presentada con delicadeza por el autor, que no se limita a un esbozo de estos personajes secundarios, sino que les da un protagonismo honorable.
Pasa el tiempo y la familia se entera que Emily tiene problemas en Europa. Que anda con un tipo indeseable que dice ser príncipe de un país remoto. Los echan de casi todas partes y huyen como unos parias. El padre de Emily y debido a su mal estado físico, les pide que vayan la prima y el chico a buscar a Emily como sea y la traigan de vuelta, antes de que suceda alguna desgracia.
La pareja busca a Emily por los lugares esperables y acaban dando con ella gracias a la policía que los tiene controlados. Acaban en un extraño lugar, pequeño a más no poder, recóndito y escondido entre otros países europeos donde el repulsivo príncipe es verdaderamente un príncipe y precisamente gracias a una revuelta es rey. Emily se convierte en reina y acaba desfilando en carroza por las calles de Londres tal cual, gracias a que su diminuto país es rico en un mineral apreciado. La prima y el novio la observan patidifusos desde un balcón.
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Yo creo que el mérito de este cuento, es que el interés no se centra realmente en lo que le sucede a la protagonista Emily y su rocambolesco final, aunque lo parezca. Sino en la historia que sucede en segundo término: los secundarios; la prima y el novio. Su protagonismo indirecto, que de alguna manera es el principal. Así como, en sus reacciones asombradas, pero no de envidia, con lo que se cambia completamente el uso de este tipo de subtramas accesorias.