Dados, nudillos de hierro y guitarra (1923), F.S. Fitzgerald

«Dados, nudillos de hierro y guitarra»

(Dice, Brassknuckles & Guitar)

relato aparecido en la revista Hearst’s International (mayo 1923)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 1 – pp. 503 a 540)

 

Hubo un tiempo, quizá a finales del siglo XIX, que la zona costera de New Jersey estuvo de moda (*) y los ricos se construyeron mansiones exquisitas que luego languidecieron lastimosamente, porque probablemente se pusieron de moda otros lugares (como Los Hamptons en Long Island (New York).

Es principio del verano y hace calor. Todo parece amarillo: el paisaje, el sol, el pelo de la chica que se llama Amanthis y que retoza descuidadamente en una hamaca amarilla frente a su apolillada mansión probablemente color amarillo deslucido.

Amanthis por supuesto desconoce que las huestes del Sur avanzan hacia ella en forma del caballero Jim Powell y su escudero o criado negro Hugo. Los intrépidos viajeros conducen desde Tarlenton, Georgia,  un destartalado coche que a cada momento se desmonta de forma literal y por mor de la eficacia del relato se parte en dos delante de la casa de la chica. Se acercan a la casa para pedir que les presten «martillo y clavos» para reparar el auto.

Como corresponde a su condición son extremadamente ceremoniosos y educados, lo que suscita la curiosidad de la muchacha que los invita a comer unos improvisados sándwiches y charla con ellos. Jim, que solo necesita que la luz de sol se refleje en un cabello bonito, se enamora enseguida de Amanthis. Le explica que se dirige a Nueva York para hacer fortuna: piensa dedicarse a taxista con ese mismo coche desmontable.

Avanza el verano en su esplendor y Jim vuelve a visitar a Amanthis para contarle que la aventura del taxi no ha podido ser más desastrosa. Pero tiene varias ideas, la primera: impresionar a la chica abriéndole las puertas de la mejor sociedad de Nueva York y la segunda: cómo hacerlo.

Se le ha ocurrido una idea peregrina que consiste en trasladarse a Southampton (en los Hamptons) al centro de la mejor sociedad veraniega neoyorquina y proponerse para dar clases a los muy jóvenes (ellos y ellas) ricos de: juego (dados), defensa personal (nudillos de hierro), y música (guitarra), así como bailes modernos relacionados con el Jazz, jerga del mismo ambiente… en fin, toda clase de elementos de la modernidad y del submundo ajeno a toda esa juventud ansiosa de participar en el jolgorio actual.

Invita especialmente a Amanthis para que se una al proyecto y así presentarle a lo más granado de las altas esferas, sin decir que proviene de un medio menos afortunado. Esta cosa rara es un éxito y Amanthis triunfa, pero Jim es tratado como un subalterno, poco más que su criado negro y se siente profundamente dolido.

La cosa va viento en popa hasta que se estropea, pero como dicta la narratología clásica, si bien, después del bajón hay el subidón final.

(*)eso fue muchísimos años antes de que Atlantic City se convirtiera en una ciudad del juego de la Costa Este)

Este cuento pone de manifiesto varias circunstancias:

  • la diferencia mental y de maneras entre Norte y Sur,
  • el atractivo de asimilar nuevas costumbres de aire delictivo por colectivos clásicos, puritanos y clasistas,
  • la dificultad de atravesar barreras sociales
  • la sutil diferencia de trato del Sur y del Norte hacia los negros: Sur condescendiente, Norte despreciativo.

Absolución (1924), F.S. Fitzgerald

«Absolución«

(Absolution)

relato aparecido en la revista The American Mercury  (junio 1924)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 1 – pp. 543 a 568)

 

Rudolph Miller es un adolescente de once años a quien le urge confesarse. Su padre, el transportista lleva insistiendo varios días. El domingo tiene que comulgar y sin confesión no es posible. Rudolph para quien la religión católica y religión de cualquier clase es más un asunto familiar que personal, se ve presionado más allá de lo que es capaz de soportar. El padre convive en la contradicción de ser estricto en su fe y violento en su carácter sin ninguna complicación.

En ese tira y afloja, Rudolph se va adentrando sin notarlo en el descreimiento de la religión y de la familia: primero se confiesa a medias y después en un último intento de recuperación, encuentra a su párroco Adolphus Schwartz en un estado de aturdimiento mental que le resulta amenazador e incompresible.

El párroco, por su parte, es víctima de las calurosas primeras horas de la tarde en algún valle del Medio Oeste lleno de trigo y del trasiego callejero que oye desde su ventana de hermosas chicas ostensiblemente de ascendencia sueca, de las calles de luces brillantes y los simples olores de tiendas perfumadas con jabón de tocador barato… de todo tipo de impresiones que no sabe administrar y que lo trastornan, por lo que no se encuentra en las condiciones necesarias para ayudar a su feligrés.

Se trata de un relato de contenido engañosamente anticuado y de apariencia simple. La religión es lo de menos. El contexto ambiental particular y general está muy bien descrito con pocas palabras. Nos habla de cómo el yo individual del niño y el del párroco se imponen a la tradición. Cada uno de ellos lo administrará como sea, pero esa voz interior, nueva con los tiempos, será muy difícil de acallar.

Sueños de invierno (1922) – F.S. Fitzgerald

» Sueños de invierno »

( Winter Dreams )

relato aparecido en la revista Metropolitan Magazine (diciembre 1922)

Francis Scott Fitzgerald

(Cuentos 1 – pp. 463 a 500)

 

Dexter Green es un joven de catorce años que destaca y es muy apreciado como caddie en el campo de golf donde trabaja a tiempo parcial cerca del lago Black Bear de su Minnesota natal. Durante el crudo y largo invierno todo queda helado hasta la primavera siguiente en la que de nuevo todo renace. Un día ve a una niña de once años, Judy, con su niñera y queda prendado de ella. Que la ñiña sea una clienta y el un simple caddie lo impulsa irrefrenablemente a la necesidad de cambio, por lo que abandona el trabajo. A pesar de que Dexter no es pobre y su padre puede pagarle una buena educación, él sabe que la futura chica está muy por encima de su alcance. Así que a partir de ese momento se concentrará en estudiar y triunfar.

El tiempo va pasando y los dos crecen. Judy se va convirtiendo en esa mujer de arrolladora belleza que Dexter suponía. Sus caminos de cruzan constantemente. Dexter está en condiciones económicas de satisfacer a la chica, pero ella solo desea coquetear con todos y no quedarse con ninguno.

Finalmente Dexter se promete con otra chica, aunque no esté demasiado enamorado. Pero Judy surge de la nada para volver a quedar con él y que rompa el compromiso. Aunque después de un mes ya se ha cansado.

Los años no perdonan y Dexter ya es un hombre de más de treinta completamente aposentado en los negocios, pero soltero. En su despacho, un amigo le comenta que vio a Judy hace poco. Malcasada y con niños. Muy perjudicada y sin apenas encanto. ¿Pero si solo tiene veintiocho años? replica él.

Dexter se da cuenta, toma consciencia que durante toda su vida Judy ha sido el motor que lo ha impulsado hacia adelante. Le ha dado la vitalidad necesaria para prosperar y triunfar. Ha sido su ideal. Más allá que le correspondiera o le quisiera, aspectos que no serían sustanciales. Sabe que su ideal ha dejado de serlo, y si el ideal desaparece, las ilusiones también.

«Las puertas se habían cerrado, el sol de había puesto, y la única belleza que quedaba era la belleza gris del acero que resiste al tiempo. Incluso el dolor que podía haber sentido había quedado atrás, en el país de las ilusiones, de la juventud, de la plenitud de la vida, donde habían florecido sus sueños de invierno.»

Sí, es verdad que todos los argumentos de Scott giran siempre en torno al mismo tema, pero, al ser tan premonitorios de lo que le pasaría después adquieren una altura insopechada.