Hemingway contra Fitzgerald (1999), Scott Donaldson

“Hemingway contra Fitzgerald – Auge y caída de una amistad literaria”

( Hemingway vs. Fitzgerald. The Rise ans Fall of a Literary Friendship )

Scott Donaldson

(The Overlook Press, peter Mayer Publishers Inc., Woodstock, NY 1999

trad. Ed. Siglo XXI, 2002, 456 pp.

Scott Donaldson (Minneapolis, 1928-) es un especialista de los escritores F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway entre otros. Ya he comentado la biografía específica para Scott de:

1983 – Fool for Love, F. Scott Fitzgeraldtrad. al castellano Ansia de amor”–La vida de F. Scott Fitzgerald– Ed. Montesinos 1987, 291 pp.

que no me gustó demasiado, por ser demasiado insistente en temas amorosos indemostrables y por la falta de índices y referencias. Bien, pues este libro es lo contrario. Parece que me encuentre ante otro autor. No sé si se debe a la traducción o que en este caso sí que se encuentran las pertinentes referencias e índices. Claramente un estudio de gran valor y utilidad.

Es notoriamente conocida la amistad y enemistad entre los escritores Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) y Ernest Hemingway (1899-1961). Cuyas vidas transcurrieron en vías paralelas de complicadas bifurcaciones. El libro lo explica todo ampliamente, pero para resumir:

Los dos eran chicos del Medio Oeste. Francis tres años mayor. El uno y el otro tuvieron infancias que quisieron olvidar, con madres dominantes y padres pusilánimes. Ambos sublimaron la primera guerra mundial, aunque Scott no llegó a embarcar y Ernest fue conductor de ambulancias en Italia, donde fue herido de gravedad. Los dos querían ser escritores. Los dos se fueron a París.

La diferencia sustancial consistió en que cuando se conocieron en París en 1925, Scott era un escritor triunfador, reconocido y admirado. Mientras que Hemingway estaba empezando a publicar. Scott enseguida quiso convertirse en su mecenas, porque ya sabía cómo escribía y creía en él. Se pasó varios años promocionando a Hemingway ante su editor y editorial y ante todos sus conocidos. No era algo que hubiera hecho solo por Ernest, también había promocionado a otros escritores noveles, porque le gustaba hacerlo y era el tipo relación que cultivaba con su editor Max Perkins.

Hemingway que era competitivo de forma enfermiza aceptó esa amistad con resignación, porque no le gustaba Scott, que venía a ser todo lo que él quería ser, pero que no quería ser. Pero era imposible negar que le estaba haciendo toda clase de favores, incluso el prestarle dinero. A pesar de que Hemingway después y con los años solo recordara los episodios desagradables que se fueron produciendo por culpa de las borracheras de Scott, lo cierto es, según Donaldson que esos primeros tiempos de amistad fueron muy agradables para los dos y se lo pasaron muy bien juntos.

Hay que decir en favor de Scott que nunca habló mal de Hemingway y siempre lo consideró uno de los mejores escritores de su generación. Lo dijo de palabra y por escrito. Siempre. En cambio, Hemingway que sinceramente admiraba la mayor parte de la obra de Scott (y le metió en la cabeza que solo las novelas tenían valor) e incluso sentía estima o lástima por su persona y atribuía todos sus males a su esposa Zelda, no perdió la oportunidad de meterse de todas las formas posibles con su amigo.

La fama de Scott bajaba, la de Hemingway subía. Pero Ernest no se sentía seguro, temía que su próxima novela no estuviera a la altura de lo esperado, siempre al borde del abismo. Scott iba cayendo en el olvido y aún así Ernest se metía con él. Ni siquiera muerto lo dejó en paz, siguió su lenta labor de desprestigio personal, que aumentó cuando sorpresivamente Scott Fitzgerald lentamente empezó reconquistar a un nuevo público (con el esfuerzo de su editor Max Perkins, fallecido en 1947) y a ocupar un lugar en la palestra de insignes escritores estadounidense, ya no como testimonio de su generación, sino como literato.

Donaldson dedica un apartado extenso al terrible problema del alcoholismo en los dos escritores. Alcoholismo de tipo diferente, casi de tipo contrario.  Así como a la extraña y destructiva compulsión alcohólica de los escritores estadounidenses, sobre la que se puede encontrar diferentes y minuciosos estudios psicológicos por médicos especialistas.

No estoy de acuerdo con Donaldson cuando atribuye a una enfermedad mental hereditaria que varios miembros de la familia de Hemingway se suicidaran. Es cierto que todos eran depresivos. El padre de Ernest se suicidó tras una depresión. Tamién se suicidaron en propio Ernest, un hermano y una nieta. Yo creo que estos suicidios lo son por imitación. El suicidio del padre crea un trauma irreparable en la familia y la compulsión a querer y temer a hacer lo mismo. Es por imitación, lo que también puede llamarse «El efecto Werther» (por la novela de Goette-para suicidios masivos por imitación de un personaje).

Tampoco menciona Donaldson que entre todos los motivos que tenía Ernest a sus sesenta años para suicidarse, y eran muchos, estaba el ser impotente sexual. Algo de vital importancia para el autor: su virilidad. Dadas sus muchas patologías en ese momento: hipertensión grave, alcoholismo, etc. es imposible que no sufriera de disfunción eréctil absoluta y a la Viagra le faltaban muchos años por inventarse.

En conclusión. En la amistad Fitzgerald vs Hemingway el que queda peor parado es Hemingway. Fitzgerald mantiene su amistad todo el tiempo. Es leal y generoso. Mientras que Hemingway actúa como un envidioso sin remedio. Nunca es generoso. Pero todo ello no debe hacernos olvidar que ambos son portentos de la literatura universal.

el profesor Scott Donaldson

El libro se acompaña positivamente de:
-fuentes
-bibliografía
-índice analítico

_así como de un cuadernillo interior con algunas fotografías en papel couché

 

carta a Hemingway (16 julio 1936)

Si hay una carta que pone de manifiesto las características de la desigual relación de amistad entre Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway es ésta que reproduzco. Ya que Scott nunca lo criticó o habló mal de Ernest en sus diferentes escritos. Las circunstancias fueron las que siguen:

Hemingway acababa de publicar en la revista Esquire (1) la historia corta «Las nieves del Kilimanjaro» (The Snows of Kilimanjaro, 1936) en ella reproduce un recuerdo que tiene de Scott

«Recordaba al pobre Scott, que sentía un respetuoso temor por (los ricos), y que una vez empezó a contar un cuento que decía «Los ricos son gente muy distinta. No se parecen ni a usted ni a mí». Y alguién le había dicho. «Claro. Tienen más dinero».

Scott se sintió dolido y le escribió la carta que sigue. Ernest cuando insertó el relato en una recopilación en forma de libro cambio el nombre de Scott por el de «Julian».


carta de Scott Fitzgerald a Ernest Hemingway

Asheville, Carolina del Norte
16 de julio de 1936

Querido Ernest:
Te ruego que no te metas conmigo en letra impresa. Si yo elijo escribir de profundis, ello no significa que quiera que mis amigos recen en voz alta sobre mi cadáver. Sin duda lo dices amablemente, pero me costó una noche en vela. Cuando incluyas el cuento en un libro, ¿te importaría quitar mi nombre?
Es un cuento excelente (Las nieves del Kilimanjaro) —de los mejores que has escrito—, aunque lo de pobre Scott Fitzgerald me la echó a perder.

Siempre tu amigo,
Scott

La riqueza nunca me ha fascinado, salvo cuando se combina con la grandiosidad del encanto o  distinción.

***

Dear Ernest:
   Please lay off me in print. If I choose to write «de profundis» sometimes it doesn’t mean I want friends pray aloud over my corpse. No doubt you mean it kindly but it cost me a night’s sleep. And when you incorporate it (the story) in a book would you mind cutting my name ?
   It is a fine story —one of your best— even though the «Poor Scott Fitzgerald ect» rather spoiled it for me.

Ever Your Friend
Scott

Riches have never fascinated me, unless combined with the gratest charm or distintion.


(1) A veces cuesta seguir el hilo de los sucesos. El relato apareció en Esquire en agosto de 1936, mientras que carta era de julio. ¿Ello supone que Esquire envió a Scott una copia para su aprobación? No sé cómo quedó al final la edición en el magazine por Esquire porque no facilitan su lectura.

París era una fiesta: Hemingway vs Fitzgerald

No hay ninguna foto (¿?) de Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway juntos, siempre son montajes fotográficos (hay muchas fotos que parecen no existir, tampoco la hay de ellos de Gertrude Stein, por ejemplo)


«París era una fiesta» (A Moveable Feast, 1964) Ernest Hemingway (1899-1962) Bib. Breve Seix Barral, 1971, 208 pp.

Por lo que se refiere a Scott, Hemingway le dedica los cap. 17, 18 y 19, pp. 141 a la 190. Una extensión considerable que intentaré resumir en esta entrada. Está escrito de forma muy amena, tipo novela, con bastantes diálogos, por lo que de hecho ves las escenas.

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Cuenta cómo se conocieron en el bar Dingo (1925). Hem está con unos amigotes y Scott con un tipo que es un jugador de béisbol.  Scott se presenta por su cuenta. A Hem, que ya sabía quien era Scott, le cayó mejor el jugador y Scott le pareció un hombre que parecía un chico joven con encantos femeninos propenso a dar discursos (alabanzas sobre la propia obra de Hem) más que a mantener conversaciones. Describe su vestimenta como demasiado formal y remilgada. Concluye que sus piernas son cortas y su cara hinchada. (Mientras, Hem y el jugador han hecho muy buena amistad a base de no decirse nada).

De buen principio Hemingway se sitúa en una posición de seguridad y de condescendencia hacia Scott, al que ve débil físicamente y complicado mentalmente. En cambio, Scott enseguida lo trata como a un amigo, en realidad, como un compatriota del que se siente cercano (Scott=Minnesota/Hemingway=Illinois : dos chicos del Medio Oeste) pero a Hem le molesta. (Desde que lo ha conocido, le molesta todo). Confirmando la debilidad de Scott a éste le sienta mal la bebida y han de llevarlo (el amigo jugador) al hotel.

Se encuentran días más tarde en un café. Tienen una conversación impertinente. Son como dos corrientes de pensamiento que no confluyen. A Hem le sigue cayendo terriblemente antipático, aunque le reconoce el mérito de escritor. Cuenta que habla sin amargura de las pocas ventas de «El gran Gatsby» y esa tarde: la tarde y la bebida resultan agradables. Scott le pide que lo acompañe a Lyon donde tuvieron que dejar el coche (Scott y Zelda) por exceso de lluvia. Como es primavera a Hem le parece una excursión agradable. Salen en tren, Hem hace cuentas de lo provechoso que puede ser hablar con un escritor de más edad (3 años mayor) y éxito. Aunque el éxito de Scott basado en los relatos, más que en las novelas lo empequeñece a sus ojos.

El día del viaje Scott no se presenta en la estación y de momento Hem hace el trayecto solo a Lyon. Al principio muy enfadado (porque esperaba que Scott lo pagara todo). Se aloja en un hotel y se entera que Scott ha viajado a Lyon, pero no sabe dónde está. A la mañana siguiente Scott lo espera en recepción y sus explicaciones no parecen tener sentido. Hem que estaba muy enfadado, ya se ha calmado. Se trata de ir a buscar el coche al mecánico y volver a París, pero todo es complicado, desde un desayuno eterno a pedir comida para llevar (todo culpa de Scott). Hem teme que ya esté bebido a esa hora. Cuando tienen el coche delante resulta ser un minúsculo Renault sin capota, porque a Zelda no le gustan. Se ponen en marcha y por supuesto, llueve. Deben parar a menudo. Comen estupendamente y beben demasiado. Scott se pone aprensivo respecto a su salud y le expone teorías inverosímiles de «gamas de» enfermedades entre las que distingue a las europeas, de las americanas.

Llueve más y Scott se siente enfermo «de congestión pulmonar europea», paran y se alojan en un hotel. Scott le pide que cuide a su mujer y su hija si muere. Hem alucina. Le explica que no está enfermo, que no tiene fiebre (el padre de Hem era médico). Mientras Scott está en la cama en trance de morir le va pidiendo cosas, como un termómetro, aspirinas, whisky… todo bastante complicado de obtener. Según Hem, Scott es un neurótico que además odia a los franceses, a los italianos, a los británicos y no sabe si a alguien más porque no han salido en la conversación.

Sorprendentemente los dos siguen bebiendo y Scott no parece enloquecer. Le cuenta la aventura de su mujer con un aviador francés y a Hem le molesta que se la cuente de varias maneras, como si ensayara un relato.

«Scott sabía hablar y contar un relato. Hablando no tenía problemas de ortografía, ni de puntuación, y no daba la impresión de analfabetismo de daban sus cartas tal como él las escribía. Fuimos amigos durante dos años antes de que aprendiera a ortografiar mi nombre…» (p.168)

Luego cenan y mientras tanto, Scott habla por conferencia con su mujer. Vuelve a la mesa y se desmaya autenticamente (han estado todo el día bebiendo sin parar), lo llevan a la cama y lo acuestan. Al día siguiente logran llegar a París sin más contratiempos. Hem se reencuentra con su mujer como su hubiera pasado una guerra y con la sensación de volver a la realidad. Todo ha sido una pesadilla.

Pero después de un día o dos, Scott se presenta en su casa con una copia de «El Gran Gatsby» para dársela:

«Tenía una sobrecubierta chillona*, y recuerdo que me avergonzaron la vulgaridad, el mal gusto y el bajo reclamo de aquella presentación. Parecía la sobrecubierta para un mal libro de science-fiction…»

(*las que hacía la editorial Scribner’s y que fueron las que le hicieron, de alguna manera, a Hemingway también, aunque a él le parecieran sustancialmente distintas).

Hem concluye, después de leer el libro que es muy bueno y que por lo tanto, Scott merece su amistad. Pero todavía no conoce a Zelda.

Scott invita a Hem a comer con su familia en su piso de París. El piso le parece impersonal y horroroso. Que le muestre la contabilidad de sus cuentos le asquea. Zelda tenía resaca y está enfadada con Scott porque ella ha bebido y él no. Zelda no está en su mejor momento, lleva una mala permanente y está como ausente. De la hija dice:

«La niña era rubia, gordinflona, bien formada y rebosante de salud, y hablaba inglés con acento plebeyo de Londres. Scott explicó que le habían puesto a la niña un ama inglesa porque él quería que cuando fuera mayor hablara como Lady Diana Manners» (p.176)

Una niña que en ese momento era igual a la que se convertiría en la niña de América Shirley Temple pocos años después. Hem sin darse cuenta hace la maniobra psicológica de trasladar su antipatía de Scott a Zelda y a cualquiera de su entorno, para perdonarse ser amigo de Scott. Muestra una Zelda como una arpía celosa del trabajo de Scott al que parece llevar de borrachera en borrachera para que no trabaje. Su relación es muy tóxica, pero Scott parece muy enamorado y celoso. Su vida era bastante peligrosa porque se emborrachaban con cualquier pequeña cantidad de alcohol y se desmayaban y alguien debía llevarlos a casa.

Vuelven a ver intermitentemente a los Fitzgerald y Hem concluye que Zelda está loca. Lo ve claro el día que le pregunta: —Dime, Ernest, ¿tú no piensas que Al Jolson* es más grande que Jesús?

(*actor de la primera película hablada «El cantor de Jazz»)

Terminan todas estas confidencias con la repetida anécdota de cuando Scott le pregunta a Hem si su miembro es normal, porque Zelda le ha dicho que es demasiado pequeño. Hem lo comprueba y le asegura que no tiene de que preocuparse y que si quiere pueden ir al Louvre que está delante a comprobarlo con las estatuas.

Ha pasado mucho, mucho tiempo (principios años sesenta) y Ernest está a punto de escribir este libro. De nuevo en París, el camarero del Ritz le pregunta a Ernest sobre un tipo que venía con él ¿cuál era el nombre? sí, uno que era muy famoso, pero que ya nadie recuerda: Scott Fitzgerald.

No cabe duda de que la historia es divertida, pero llena de maldad y ausente de todo tipo de compasión por una persona que lo promocionó y lo ayudó al presentarle a su editor y su editorial, aspecto que Hem no menciona. Scott le fue leal en la medida de sus fuerzas físicas y mentales, mientras que Ernest solo guarda veneno y rencor frente a alguien que ya no es un competidor. ¿O sí?

(es evidente que la descripción física de Scott por Hemingway es injusta e incorrecta. Ver foto de abajo: los tres lucen encantadores y glamurosos, con una cierta indiferencia hacia sí mismos=el colmo del glamour)


Según el biógrafo de Scott y de Hemingway, Scott Donaldson, todas estas historias que explica Ernest están exageradas y manipuladas a favor de sí mismo. ___ver___
___1999 – Hemingway vs. Fitzgerald. The Rise ans Fall of a Literary Friendship, (The Overlook Press, peter Mayer Publishers Inc., Woodstock, NY ⇔ trad. al castellano «Hemingway contra Fitzgerald – Auge y caída de una amistad literaria», Ed. Siglo veintiuno 2002