¿Quién puso de moda París y la Costa Azul para la Generación Perdida?

¿Quién puso de moda París y la Costa Azul (traducido del inglés como Riviera francesa) para los expatriados y la Generación Perdida de escritores estadounidenses y todos sus amigos?

Es una pregunta difícil de responder: París, desde luego estaba de moda desde la Exposición Universal de 1889 y la de 1900, y desde mucho antes; La época conocida como la «Belle Epoque» (desde el fin de la guerra franco-prusiana en 1871 hasta las primera guerra mundial): progreso, crecimiento económico, avances científicos, infraestructuras, industria, diversiones, vitalidad de las artes, etc.

Aunque hay algo más: desde 1725 se celebraba en Salón de París muestra de pintura y escultura. El descubrimiento de la fotografía (en el año 1824, por el científico francés Niepce) obligó a evolucionar a la pintura y surgió el IMPRESIONISMO que era mirado con escándalo en el Salón. Ello propició las propias exposiciones del grupo de los pintores impresionistas de 1874 a 1886. Lo que provocó una eclosión inusitada de creatividad en la pintura francesa que atrajo a pintores de todas partes y fomentó un ambiente general favorable a la innovación artística. Hacia 1900 todos querían ir a París a pintar y además París era barato. Poco más tarde, la primera guerra mundial familiarizó a muchos estadounidenses con Europa. París era destino obligado.

En cuanto a La Costa Azul era un refugio de las clases acomodadas «inglesas» para el INVIERNO, demasiado caluroso en verano (los americanos lo vieron de otra manera). Durante el verano marchaban al Norte. Nadie se bañaba, ni se ponía moreno. La tez blanca era sinónimo de posición social alta, ya que eran los que trabajaban de sol a sol los que se ponían morenos. Los negros tampoco eran vistos con especial consideración. Pero durante los años veinte todo iba a cambiar de forma inusitada.

Por un lado hay que recordar que los pintores de final y principio de siglo ya viajaban al Sur de Francia en busca de lugares con más luz (p.e. Van Gogh y Gauguin en 1888 a Arlés // Picasso años más tarde) . Lo que supuso una cierta tendencia o moda.

Gertrude Stein llegó a París con su hermano en 1903 como coleccionistas de arte. Hizo amistad con gran cantidad de ellos, destacando Picasso. Parecía que todos eran arrastrados hacía el Sur en verano.

Dentro del ambiente parisino y aunque parecían todos el mismo grupo, eran dos: LOS EXPATRIADOS Y LA GENERACIÓN PERDIDA. Los EXPATRIADOS tenían su centro operativo en la librería de París Shakespeare and Company que llevaba la americana expatriada también, Sylvia Beach, famosa por haber editado el «Ulises» (1922) de Joyce. La GENERACIÓN PERDIDA rondaba la casa de Gertrude Stein : ella inventó esa denominación, para referirse a escritores como Hemingway o Fitzgerald. Todos se conocían y se trataban, pero eran dos grupos distintos. Fue este segundo grupo, el que rondaba a Stein, que a su vez seguía a Picasso, que se desplazaba al Sur para vacaciones, que acabaron recalando en la Costa Azul.

Coco Chanel en la playa

Por otro lado, Cocó Chanel que pasó unas vacaciones en el Mediterráneo en 1923 volvió muy bronceada y al igual que había sucedido con el anticuado corsé Chanel logró que ello se viera como modernidad. La bailarina y cantante Josephine Baker, llamada la Venus de bronce o la Perla Negra, también triunfaba en los cabarets y music-halls. Estar moreno era chic. Además hacía poco que recientes descubrimientos médicos otorgaban a la luz solar beneficios para la salud. Tomar el sol era positivo.

En teoría fueron Gerald y Sara Murphy los que pusieron de moda la Costa Azul en invierno. Pero como ya he contado, la historia venía de lejos y con muchas variables. A los Murphy,  el compositor Cole Porter les había hablado muy bien de Antibes. Fueron allí en los inicios de los años 20s primero en el Hotel Cape Eden Roc  (que pidieron mantener abierto para ellos y amigos) y en 1925 construyeron la legendaria «Villa América» centro neurálgico de fiestas y reuniones con multitud de visitantes. Los Murphy obligaron a que hoteles que estaban cerrados en verano abrieran para la gran cantidad de visitantes. Los Fitzgerald también alquilaron una casa cerca donde Scott terminó «El gran Gatsby».

Hay otra versión que dice que fueron los multimillonarios americanos Frank Jay Gould y su mujer Florence quienes tuvieron ese papel.  Yo creo que las dos parejas pudieron coincidir en el tiempo, pero desde luego, las características de todos los invitados de los Murphy generaban una publicidad y repercusión que no admite comparación.

Como curiosidad Villa América completamente reformada estaba a la venta en 2018 por 9 millones de euros (ver oferta)

Autobiografía de Alice B. Toklas (1933) Gertrude Stein

«Autobiografía de Alice B. Toklas«
(Autobiography of Alice B. Toklas, 1933)
Gertrude Stein
Ed. Lumen 2014, 306 págs.
 
Se trata del libro más conocido y popular de la singular escritora y mecenas de las artes Gertrude Stein (1874-1946).
Para quien no conozca a la autora y su vida, esta obra puede resultar confusa y engañosa, ya que no se trata de la autobiografía de la Srta. Toklas, sino la de la propia autora, escrita como si la viera otra persona. Como si la vida de Alice hubiera sido la contemplación de la vida de Gertrude.
Gertrude Stein y Alice B. Toklas, amigas, amantes, judías y lesbianas. Una pareja terriblemente peculiar, que desde que se conocieron vivieron juntas hasta su muerte.

El estilo de escritura de Stein es muy particular: moderno e inclasificable. Como ideas sueltas y paradógicas.  Con mezcla de lo más sublime y lo más pedestre en el mismo nivel, lo que produce una sensación cómica. Una desmitificación de cualquier trascendencia. Si bien en este libro hay una intención de ser asequible al público.

Gertrude llega a París en 1903 con su hermano, son de familia acomodada y pueden vivir de renta en un lugar que es más barato que los Estados Unidos. Están muy interesados por la pintura.

Alice conoce a Gertrude en París, cuando está instalada con su hermano y los Stein se dedican a comprar cuadros de pintores modernos, pero muy cuestionados y con poco valor, porque les gusta su pintura y se sienten fascinados. Todo ello les permite conocer e intimar con casi todos los pintores de la época, los marchantes y después los escritores y «tout le monde» interesante del momento.
Gertrude se describe a sí misma como un genio (que el tipo de escritura indirecta le permite), alguien excepcional. A nosotros no nos cuesta aceptarlo.
Después hay un repaso exhaustivo de nombres, de grandes nombres que nos son presentados en zapatillas y resulta enormemente atractivo. Es como un cúmulo de chafarderías muy divertido.

No es raro que el libro fuera un éxito, ya que nos permite atisbar un época irrepetible y conocer a un montón de personalidades desde una óptica original.
Sin embargo, no hay que perder de vista que bajo esa apariencia de inocencia sorprendida hay bastante maledicencia y falta de objetividad: si yo les gusto, me gustan y si no, no. Hacia el final parece que vayamos montados en un tiovivo sin frenos y se nos presentan a las personas de forma atropellada y sin sentido. El retrato de Hemingway es pura maldad innecesaria y todo el conjunto acaba dejando una mala sensación de chismorrería oportunista.


GERTRUDE STEIN Y SCOTT FITZGERALD

La relación de Gertrude y Scott no podía ser la misma que la que tuvo con Hemingway, porque cuando Fitzgerald la conoció ya había triunfado y no necesitaba los consejos de la mecenas. En cambio Hemingway estaba empezando, sin ningún triunfo a la vista y dejó que ella lo encarrilara, pero al mismo tiempo lo condicionara para bien y para mal.

Dice Gertrude (a través de la voz de Alice):
«Gertrude Stein y Fitzgerald mantienen una relación muy curiosa. «A este lado del paraíso» impresionó sobremanera a Gertrude Stein. Lo leyó cuando se publicó y cuando todavía no conocía a ninguno de los jóvenes escritores norteamericanos. Decía que era el libro que verdaderamente creó a la nueva generación a los ojos del público. Nada ha cambiado de opinión a este respecto. Cree que eso es también aplicable a «El gran Gatsby«. Cree que Fitzgerald será leído cuando muchos de sus compañeros más famosos hayan caído en el olvido. Fitzgerald siempre dice que cree que Gertrude Stein dice todo eso con el único propósito de fastidiarle haciéndole creer que lo dice en serio, y añade, de esa manera suya tan característica: es un acto de crueldad inaudita.Sin embargo se lo pasan muy bien siempre que se ven. Y la última vez que se vieron lo pasaron muy bien juntos y con Hemingway.»
página 266-267