Se trata del libro más conocido y popular de la singular escritora y mecenas de las artes Gertrude Stein (1874-1946).
Para quien no conozca a la autora y su vida, esta obra puede resultar confusa y engañosa, ya que no se trata de la autobiografía de la Srta. Toklas, sino la de la propia autora, escrita como si la viera otra persona. Como si la vida de Alice hubiera sido la contemplación de la vida de Gertrude.
Gertrude Stein y Alice B. Toklas, amigas, amantes, judías y lesbianas. Una pareja terriblemente peculiar, que desde que se conocieron vivieron juntas hasta su muerte.
El estilo de escritura de Stein es muy particular: moderno e inclasificable. Como ideas sueltas y paradógicas. Con mezcla de lo más sublime y lo más pedestre en el mismo nivel, lo que produce una sensación cómica. Una desmitificación de cualquier trascendencia. Si bien en este libro hay una intención de ser asequible al público.
Gertrude llega a París en 1903 con su hermano, son de familia acomodada y pueden vivir de renta en un lugar que es más barato que los Estados Unidos. Están muy interesados por la pintura.
Alice conoce a Gertrude en París, cuando está instalada con su hermano y los Stein se dedican a comprar cuadros de pintores modernos, pero muy cuestionados y con poco valor, porque les gusta su pintura y se sienten fascinados. Todo ello les permite conocer e intimar con casi todos los pintores de la época, los marchantes y después los escritores y «tout le monde» interesante del momento.
Gertrude se describe a sí misma como un genio (que el tipo de escritura indirecta le permite), alguien excepcional. A nosotros no nos cuesta aceptarlo.
Después hay un repaso exhaustivo de nombres, de grandes nombres que nos son presentados en zapatillas y resulta enormemente atractivo. Es como un cúmulo de chafarderías muy divertido. No es raro que el libro fuera un éxito, ya que nos permite atisbar un época irrepetible y conocer a un montón de personalidades desde una óptica original.
Sin embargo, no hay que perder de vista que bajo esa apariencia de inocencia sorprendida hay bastante maledicencia y falta de objetividad: si yo les gusto, me gustan y si no, no. Hacia el final parece que vayamos montados en un tiovivo sin frenos y se nos presentan a las personas de forma atropellada y sin sentido. El retrato de Hemingway es pura maldad innecesaria y todo el conjunto acaba dejando una mala sensación de chismorrería oportunista.
GERTRUDE STEIN Y SCOTT FITZGERALD
La relación de Gertrude y Scott no podía ser la misma que la que tuvo con Hemingway, porque cuando Fitzgerald la conoció ya había triunfado y no necesitaba los consejos de la mecenas. En cambio Hemingway estaba empezando, sin ningún triunfo a la vista y dejó que ella lo encarrilara, pero al mismo tiempo lo condicionara para bien y para mal.
Dice Gertrude (a través de la voz de Alice):
«Gertrude Stein y Fitzgerald mantienen una relación muy curiosa. «A este lado del paraíso» impresionó sobremanera a Gertrude Stein. Lo leyó cuando se publicó y cuando todavía no conocía a ninguno de los jóvenes escritores norteamericanos. Decía que era el libro que verdaderamente creó a la nueva generación a los ojos del público. Nada ha cambiado de opinión a este respecto. Cree que eso es también aplicable a «El gran Gatsby«. Cree que Fitzgerald será leído cuando muchos de sus compañeros más famosos hayan caído en el olvido. Fitzgerald siempre dice que cree que Gertrude Stein dice todo eso con el único propósito de fastidiarle haciéndole creer que lo dice en serio, y añade, de esa manera suya tan característica: es un acto de crueldad inaudita.Sin embargo se lo pasan muy bien siempre que se ven. Y la última vez que se vieron lo pasaron muy bien juntos y con Hemingway.»
En estos tiempos neofeministas sería fácil escribir una biografía reivindicando a Zelda y presentar a su marido Scott como el malvado de la historia y alguien que cercenó las posibilidades creativas de su mujer.
Seguro que ya se ha hecho, que se está haciendo y que se hará. Porque es una presentación de los hechos atrayente y sugerente. Sin embargo, y desde mi punto de vista es una simplificación absoluta e injusta (con los dos). Todo fue muy complejo y tremendamente complicado. Muy difícil de juzgar.
Tanto Scott como Zelda eran personas inestables psicológicamente. En su disculpa se puede decir que tenían temperamento de artistas. Scott era inseguro de forma patológica (ver infancia), pero su única vocación era la literatura. Tenía la formación adecuada y toda su energía profesional se volcó en ello. No solo es que fuera un hombre, sino que toda su vida se dedicó intensamente a escribir.
Zelda nació en el seno de una familia de rancio abolengo (americano) del Sur estadounidense, pero no eran ricos. Su padre era juez. Era una niña muy guapa, creativa, lista, excéntrica, aventurera e intrépida. Al ser la pequeña de cinco hermanos estaba malcriada, mimada, consentida y poco controlada En su vida lavó un plato o realizó cualquier otra labor doméstica. Pero, debido a su época no tuvo una formación académica seria, ni la compensó de forma personal con lecturas apropiadas. Era talentosa de forma natural. Fue todo lo atrevida que podía ser una chica de buena familia en esas condiciones a principios del siglo XX. Ella sabía que la única posibilidad social que tenía por delante era hacer un matrimonio provechoso: o bien un chico financieramente potable, pero aburrido, o bien con alguien que le proporcionara emociones, pero también posición y dinero. Scott acabó ajustándose a ese segundo modelo.
Cuando Zelda tonteaba con Scott, y se dejaba cortejar por unos cuantos chicos más, no perdía la cabeza, sabía muy bien que necesitaba un marido rico o con amplias posibilidades económicas. A Zelda le gustaba Scott, pero nunca se hubiera comprometido de no estar segura de que podía mantenerla a su nivel, nunca se hubiera casado simplemente por amor.
A Scott le gustaba Zelda, era por supuesto una chica muy guapa, divertida e inteligente, pero de momento fuera de su alcance social. Esas barreras que parecían diluirse cuando el chico viste un uniforme y está a punto de marchar a la guerra actuaban a su favor, pero no lo suficiente. El romántico era Scott, no Zelda.
¿Estás enamorada de alguien con el que no te casarías si no tiene dinero? ¿Zelda le quería?. Scott estaba enamorado porque era un romántico saturado de poesía y Zelda representaba todo su ideal. Que no estuviera a su alcance y pudiera perderla a manos de otro incrementaba su ansia y deseo.
Pero todo salió bien y Scott triunfó, así que Zelda salió de Alabama y fue a Nueva York a casarse. Es obvio que el ambiente no era el mismo. Las posibilidades de divertirse, salir, fiestas, beber, amistades y personas carismáticas… eran infinitas y no había que volver a casa para dar explicaciones a los papás. Scott acababa de publicar con gran éxito su primera novela, tenía dinero y Zelda le daba la confianza en sí mismo que necesitaba: las compuertas del pantano se abrieron; Scott y Zelda se entregaron a esa orgía de desenfreno general.
¿Por qué los Fitzgerald eran unos alcohólicos? Por lo que cuenta el mismo Scott, en esa época beber y fumar en la adolescencia significaba hacerse mayor, formar parte de los adultos. Entregarse a ello intensamente era una forma de rebeldía, de modernidad y de malditismo a cultivar. Algo necesario para un artista. Después están las fiestas, que no sé si las fiestas se hacen para beber o es el escenario necesario para ello. Es un poco como los bares: si se trata de beber puedes hacerlo en casa ¿para qué pagar más en un local?: para estar acompañado de gente de hace lo mismo, de normalizar un vicio y de creer que es divertido.
Volviendo a los años 20. La ley seca duró de 1920 a 1933, es decir y contradictoriamente cuando los Fitzgerald bebieron más. Lo prohibido siempre atrae. Se han acostumbrado a beber, quizá incluso hay algo genético ancestral de las razas nórdicas que hacen del consumo de alcohol algo enfermizo. Las fiestas sin beber no existen, ni son imaginables. Beber ayuda a desinhibirse, suelta los ánimos y el ingenio, todo parece más divertido, el mundo y sus tristezas se diluyen.
Mientras Scott siguió entregado a la tarea de escribir: lo que fuera, como fuera, cualquier cosa, pero solo escribir. Zelda que tenía posibilidades para todo, pero era incapaz de centrarse, de saber realmente lo que quería. Estaba destinada a la dispersión y finalmente a la locura.
Me parece lógico que Zelda deseando explorar su creatividad y teniendo al lado a Scott, así como a todo su grupo de amigos escritores, con un ambiente estimulante en ese sentido, pensara en que ella podía escribir. Y lo hizo. Y publicó. Pero no tuvo éxito. Y fue profundamente censurada y desalentada en ese sentido. Después se exploró a sí misma como pintora (también vivió un ambiente propicio para ello), y como bailarina, pero empezó muy tarde. En todas esas facetas fue reprobada y desanimada. Aunque tuvo sus publicaciones, su exposición y sus intensas clases de ballet.
Lo miremos como lo miremos, Zelda no se volvió loca por culpa de Scott. Su enfermedad venía de lejos, con antecedentes familiares claros. Su diagnosticada esquizofrenia adulta pugnaba por manifestarse desde hacía mucho tiempo y el tipo de vida que llevaba no ayudaba a tener estabilidad mental. Pero en la suposición de que se hubiera casado con otra persona, alguien rico y tranquilo de Alabama, seguramente el aburrimiento y la necesidad de emociones hubiera provocado que acabara buscando otro tipo de vida alternativa también peligrosa para su mente.
No hace falta demasiada imaginación para figurarse la convivencia de dos alcohólicos: la diferencia de estados de embriaguez o sobriedad crean abismos insalvables. Nada más insoportable que estar sobrio/a y tener al lado a un borracho/a. O al revés.
Por otro lado, la coexistencia con alguien desequilibrado o directamente loco es mucho más difícil y terrible de lo que la gente supone, lo que puede llevar a comportamientos crueles y de evitación de contacto.
Para entender el caso de los Fitzgerald se puede comparar con otros casos parecidos que conozco bien. Por ejemplo el matrimonio Bowles: Paul y Jane. Ambos conocidos como escritores. Paul como el autor de «El cielo protector» por ejemplo. Ella con una obra muy breve, pero conocida y muy alabada por su amigo Truman Capone. Jane (1917-1973)deja de escribir, mientras que su marido, Paul (1910-1999) sigue con su carrera literaria. Ella acaba en un manicomio. Fácil para llegar a conclusiones apresuradas e injustas con Paul.
Otro caso que sería el contrario lo encontramos en Virginia Woolf (Inglaterra 1882-1941). Escritora por vocación, dedicada por completo a su carrera y con éxito en su obra (lo que demuestra que una mujer escritora podía hacerlo). Casada con un hombre discreto (su editor Leonard Woolf) que se dedica a cuidarla, a mantenerla a salvo de sí misma, que le aporta toda la tranquilidad del mundo, pero… no es suficiente. Virginia teme volverse loca y se suicida.
También tenemos el caso, de por ejemplo Dorothy Parker (Nueva York 1893-1967) que tiene un éxito total en su momento como escritora de relatos cortos para revistas en la «era del jazz» aunque sumida totalmente en el alcoholismo, pero que una vez pasado su momento es olvidada. Considerada erróneamente una autora maldita y infravalorada.
En conclusión, creo que el caso Zelda contra Scott es muy complicado y me molesta la simplificación a la que habitualmente se ve reducido. Aunque entiendo el fenómeno de las simpatías personales.
tampoco es que hubieran pasado tantos años entre la primera foto y ésta. A la salida de un teatro en 1932.
Pietro Citati (Florencia 1930) es un escritor, ensayista, crítico literario, que se ha especializado en biografías literarias de autores muy diferentes.
Esta biografía del matrimonio Fitzgerald debe de ser una de las últimas en aparecer en el mercado, y desde luego, quizá la más reciente traducida al español. Si bien la extensión del texto de menos de 100 pp. no permite extenderse demasiado en detalles.
Es un libro que se centra principalmente en la vida personal de los biografiados. Me resulta difícil discernir si Citati aporta algún dato novedoso de la conocida pareja. Quizá sea más consciente de ello cuando haya revisado otras biografías y las compare.
Para quien conozca, más o menos, la trayectoria de los Fitzgerald, en esta obra encontrará lo que ya sabe, y para quienes no los conozcan será demasiado breve. Como de costumbre se incide en los aspectos menos amables de la historia que deja en el lector una sensación de opinión negativa respecto a los protagonistas. Así como, de eso tan actual de sugerir que Scott perjudicó las posibilidades creativas de Zelda. Extremo en el que no estoy de acuerdo.
Seguramente más adelante volveré a este comentario, cuando haya revisado más datos.