«Amor en la noche»
( Love in the Night )
relato aparecido en la revista The Saturday Evening Post (14 July 1925)
Francis Scott Fitzgerald
(Cuentos 1 – pp. 631 a 659)
Val es un joven privilegiado de diecisiete años hijo de una norteamericana rica y un príncipe ruso que pasa los inviernos en la Costa Azul en el periodo anterior a la I Guerra Mundial. Los padres son elegantes y exquisitos, pero muy frívolos. El joven sueña con el amor verdadero e idealiza la idea de «amor por la noche», pero apenas tiene oportunidad de explorarlo porque todas las jovencitas a su alcance nunca están solas al atarceder.
Una noche están invitados toda la familia a un yate en la costa de Cannes. Val se equivoca de barco y conoce a una chica de su edad con la que realiza su sueño: besarse y abrazarse a la luz de la luna. Ha encontrado el amor, pero algo le dice que no puede ser y que es mejor que ni siquiera sepan sus nombres. Ella confirma sus sospechas al confesarle que está recientemente casada en matrimonio sin amor.
Mientras, la guerra y la revolución estallan. La familia vuelve a Rusia. Los padres fallecen. Val lucha en ejercito y en contra de la revolución. Deberá exiliarse y perder todo su patrimonio. Se instala de nuevo en la Costa Azul, porque la conoce bien. Ahora llena de exiliados rusos muy arruinados que antes pertenecían a la nobleza y ahora trabajan de camareros o taxistas. Han pasado ocho años y Val no ha olvidado a la chica del yate. Un día se entera por casualidad que el nombre del yate de entonces está a punto de llegar. Intenta enterarse de quienes son los dueños. La chica ya viuda ha vuelto cada año esperando encontrarlo.
Quedan juntos, pero no de una manera ruidosa y sensacionalista con redobles de romanticismo. Sino como una pareja que ha sufrido y en la más absoluta discreción y laboriosidad sabe que lo que encontraron siendo tan jóvenes es el único bien que poseen.
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Escrito en la Costa Azul en 1924 después de entregar «El Gran Gatsby».
Scott habitaba una casa alquilada propiedad de un noble ruso al que no conoció, solo el nieto años después fue consciente de a quien habían tenido por inquilino. Por otro lado, era habitual la presencia de exiliados rusos muy venidos a menos por la revolución, que malvivían de oficios penosos o directamente se dedicaban a los sablazos y las estafas.